lunes, 22 de julio de 2013

Las abejas son como las brujas

Un amigo le dijo una vez que las colmenas son como las brujas, impredecibles; en una semana se salvan y en otra se pueden perder. Por eso, para Pedro Sarmiento Pereira, dedicarse a la producción de miel en Cienfuegos requiere un tino especial. En un bolsillo debe guardar la paciencia por las tantas horas de dedicación, y en el otro, un puñado de conocimientos para no quedarse detrás. Asimismo, tales actividades marcan el quehacer de su familia. Casi toda la rutina gira alrededor de dichos rituales, costumbres…, ciñen pues, parte de sus vidas a la producción de miel, cera y propóleo. Para Pedro laborar con las abejas siempre significa una sana ambición por conocer más. Y al conversar con él brota la certeza de la efectividad de los apiarios en Cumanayagua.
"Entre mis hijos y yo acumulamos 620 colmenas y 34 apiarios. El pasado año sacamos cerca de 55 toneladas de 35 planificadas y logramos una eficiencia de 88 kilogramos por colmena". Tales indicadores significaron un impulso considerable para este renglón, considerado como uno de los principales indicadores exportables del país. "La miel de Cuba es muy codiciada en el mercado internacional. En Alemania la pagan a 3 y 4 mil euros la tonelada. 
Hemos transitado por muchos períodos de transformaciones, pues muchos apicultores estaban adaptados al modelo soviético. Ahora no deben incluirse los antibióticos a la miel, la cual debe ser pura; quien aplique esta medicina es desactivado, multado, decomisado y salen automáticamente del sistema de contratos del país". 
En una especie de clase sobre el tema, Sarmiento agrega que "tampoco debe presentar residuos de metales pesados ni contener rastros de latón o de aluminio. Por eso, para garantizar la calidad del producto, la centrífuga, el súper colador y las cubetas son inoxidables". Durante sus 33 años de labor no cesa en el trajín de las abejas: obrando panales, pendiente del cambio de reinas, colmenas. Y no aparecen indicios del cansancio, más bien resalta el impulso de trascender y endulzar la vida y la economía. "Debo preparar mi colmena para el tiempo malo y bueno. Cuando llega la cosecha es preciso repoblar mi colmena hasta llegar a 70 u 80 abejas por cada una, y si propiciamos el crecimiento vertical en los apiarios, garantizamos un buen almacén para cuando venga la miel". 
Sarmiento también cuenta que existe una recolección en octubre, cuya producción no es bien pagada por ser oscura y un tanto aguada; sin embargo, es la más rica. Por su parte, la miel de campanilla es la de mayor demanda, al costar hasta 7 mil 400 pesos la tonelada, porque es quizás la mejor del mundo, aunque es medio repugnante, amelcochada y con bajo nivel de humedad. Así las cosas, llenas de sorpresas y paradojas emergen dichas rutinas. Los resultados crecen gracias a las destrezas y también a la acumulación de saberes. No quedarse detrás en materia científica deviene prioridad para Sarmiento. 
"Me supero constantemente, dispongo de enciclopedias y demás libros sobre apicultura, así como los manuales científicos editados con frecuencia trimestral por la Estación Experimental Adolfo Pérez Piñeiro. Siempre leo algo nuevo, pues el mundo del mercado así lo exige y los empíricos no llegan muy lejos. "El apicultor debe ser un científico de las abejas, no puede esperar a que el veterinario le diga sus defectos, si es así, está embarcado. Quien no sea un lector perenne se queda sin conocer las situaciones del mercado, los precios, la inocuidad de la miel y otras cuestiones". Siempre quedan algunas insatisfacciones regadas por ahí y debe ser por ese afán de perfeccionismo, de contar con las garantías en aras de trabajar con mayor soltura en detrimento de las limitantes. "A veces cometemos errores, pero tratamos de hacer lo estipulado, sobre todo cumplir con los contratos. Es importante que la Empresa cuenta con los suministros necesarios para reforzar el trabajo. Porque, por ejemplo, si una caja tiene un hueco, debemos gastar propóleo para sellarla y así evitar los daños causados por al humedad y el aire". 
Como muchos cumanayagüenses, a Pedro Sarmiento le encanta subir la montaña cual explorador y recoger de ella resultados prolíferos. "Aunque en determinado momento en el Macizo de Guamuhaya no haya miel, gracias a la diversidad floral tienen una reserva de polen increíble; de esa manera se garantiza el sostén de las colmenas". Este año, él y sus hijos pretenden sobrepasar las 47 toneladas contratadas. En tal faena acumulan días tras otros, inmiscuyéndose en las rutinas de las abejas, comparadas con las brujas por el hechizo que causan cuando se trabaja con ellas…, aunque el aguijón pique una y otra vez.

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