sábado, 20 de julio de 2013

Apicultura: vivir del monte nativo

El monte nativo es vital para 160 familias que integran la cooperativa Apicultores del Noroeste Cordobés (Apinoc). 
Su polen y su néctar diversos y puros mejoran la calidad de la miel. El monte nativo es vital para 160 familias que integran la cooperativa Apicultores del Noroeste Cordobés (Apinoc). Su polen y su néctar diversos y puros mejoran la calidad de la miel. Cristina Costa, bióloga de la Universidad Nacional de Córdoba, estudia el polen y la miel de la zona. “Las mieles de noroeste de Córdoba están entre las mejores del país porque tiene una gran cantidad de polen, ya que esa zona tiene aún poca perturbación antrópica y hay grandes extensiones de monte.
Las mieles reflejan la flora nativa del chaco serrano y eso le otorga buena calidad”, dice. La cooperativa se armó con el objetivo de aglutinar a los productores, dar capacitación e instalar una planta fraccionadora, un punto de venta y un laboratorio palinológico (estudio del polen) en la zona. “Servirá para detectar qué tipo de polen tiene la miel. Si es de flora autóctona, exótica y si es transgénico”, dice Nery Martínez, uno de los coordinadores del proyecto. Y agrega: “La apicultura que hacemos es de monte nativo. 
El apicultor tiene un compromiso fuerte para conservar este ambiente. No le interesa obtener miel con polen de alfalfa y maíz”. Nery aclara que toda la flora autóctona es necesaria para producir miel. “Desde un bosque maduro hasta un fachinal y las plantas que crecen a orilla del río serrano”, sintetiza. Muchos productores practican la apicultura trashumante. “Seguimos el ciclo floral. Empezamos desde el noroeste cerca de las salinas y vamos bajando con las colmenas hasta las sierras. Entre febrero y marzo finaliza la cosecha”, explica. Nery asegura que el desmonte diezmó la producción. Dos décadas atrás, cada colmena daba 55 kilos. Ahora sólo da 25. “Hay menos monte y hay menos flores. 
Las pasturas exóticas, como gatton panic y buffel grass, que siembran los ganaderos no dan ni polen ni néctar. No sirven para hacer apicultura”, cuenta. “La flora nativa es importante para mantener las poblaciones de abejas. A su vez, los insectos garantizan la reproducción de muchas de estas especies”, explica Costa. “Además de la miel, hay otras producciones que se pueden realizar sin desmontar, por ejemplo, harina de algarroba y arrope de chañar. Hay que variar la producción para proteger el bosque nativo”, dice Nery. 
Miel sin tóxicos 
La investigadora de la UNC Cristina Costa explica que lo más importante en una miel es la fuente floral del polen que tiene. “En el noroeste cordobés la miel tiene un 90 por ciento de polen de especies nativas, sin contaminantes ni agroquímicos”, dice. El texto original de este artículo fue publicado el sábado 20 de julio de 2013 en nuestra edición impresa. Ingrese a la edición digital para leerlo igual que en el papel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario