miércoles, 17 de julio de 2013

Cultivos transgénicos: Efectos en la apicultura y en su exportación

La decisión de la Unión Europea de requerir del análisis de contenidos transgénicos en las mieles que llegan de otros lugares del mundo, incluido Chile, refleja una problemática que en nuestro país no está resuelta, debido, principalmente, a la legislación que en esa materia es aún incompleta, indica el Profesor Miguel Neira, académico del Instituto de Producción y Sanidad Vegetal de la Facultad de Ciencias Agrarias y director del Equipo Apícola de la Universidad Austral de Chile (UACh). En Chile se siembran cultivos transgénicos desde 1992. La norma que rige la liberación de transgénicos es la Resolución del SAG Nº 1.523 del 2001, que establece normas para la internación e introducción al Medio Ambiente de Organismos Vegetales Vivos Modificados de Propagación.
En este contexto, expresa que en nuestro país desde el punto de vista de los cultivos genéticamente modificados permite que existan semilleros de multiplicación, aunque no consiente el consumo de esas semillas dentro de éste. “Semillas producidas en estos sitios, perjudican a los apicultores pues contaminan el polen llevado a grandes distancias por el viento y las abejas. Es por eso, que es muy necesario que los lugares en donde están los semilleros transgénicos sean revelados, para no poner en peligro la contaminación de nuestras mieles con pólenes transgénicos y que los apicultores conozcan su ubicación”, subraya el académico. 
ALTERNATIVAS DE ALIMENTACIÓN 
A su juicio, cuando Alemania dice objetar miel por residuos transgénicos de Chile, lo más probable es que se deba a que en nuestro país se emplea para suplementación de alimentación de las abejas como son los jarabes de alta fluctuosa, provenientes de Argentina, y cuya base está en maíces transgénicos. “Estas son seguramente las observaciones que generaron la impugnación de las mieles chilenas en Europa en la presente temporada”. Para el Profesor Miguel Neira, desde el punto de vista de los requerimientos de alimentación suplementaria, habrá que ver la posibilidad de alimentar a las colmenas estructurando jarabes diferentes y capacitar a los apicultores en el cómo manejarlos y suministrarlos. “Se debe establecer un plan para prescindir de los jarabes de alta fructuosa y buscar otros mecanismos de utilización de productos que no sean detectados como residuos transgénicos”, explica el líder del Equipo Apícola. Para él, otro aspecto importante son los residuos de proteínas que tiene su origen en la soya, porque toda la soya que se comercializa, hoy día, es transgénica. “Es muy difícil tomar una decisión al respecto; nos quedan a disposición cultivos como el lupino, la quínoa y la levadura de cerveza, pero económicamente no es alcanzable aún para los apicultores y las formas de suministrarlos y utilizarlos deben ser experimentadas y ofrecidas adecuadamente como recomendación técnica”, resalta. 
LAS ORGANIZACIONES APÍCOLAS 
En Chile casi el 50 % son pequeños a medianos productores y los apicultores pequeños no pueden prescindir del negocio apícola, porque aporta el beneficio de las abejas; polinización de cultivos (biodiversidad), producción de miel y otros derivados de las abejas, como polen, cera, jalea real y propóleos. Para el Profesor Neira es indispensable que los organismos oficiales escuchen la voz de las organizaciones apícolas y estas instancias deben ser dirigidas por especialistas en el tema para formular un plan nacional para la apicultura chilena, a través de la opinión de los apicultores y de especialistas en la materia, de acuerdo a la problemática actual y exigencias internacionales en la cadena apícola. Por Pymesur 30 de diciembre 2011 Tomado de www.pymesur.cl

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