Producir un kilo de miel en la Unión Europea, siguiendo los requisitos de calidad, seguridad alimentaria y sanidad que exige la normativa comunitaria, tiene un coste que oscila entre los 2,29 y los 6,5 euros el kilo. Sin embargo, el precio medio de entrada de miel china a España se sitúa en 1,30 euros el kilo. Un precio con el que los apicultores españoles no pueden competir y que está hundiendo al sector en un profunda crisis. Y es que hace ya algunos años que producir miel no es rentable desde el punto de vista económico.
El problema es generalizado en España y Aragón no es una excepción. El sector apícola aragonés lleva años arrastrando problemas estructurales. Uno de ellos, la elevada media de edad de quienes se dedican a esta actividad. Otro, las dificultades crecientes para comercializar la miel a precios competitivos, ante la cada vez mayor presencia de mieles de importación procedentes de países como China, Argentina o Brasil.
Pero las colmenas de Aragón tienen un factor en su favor: la rica variedad de sus miles y la alta calidad de las mismas.
En Aragón quedan unos 60.000 apicultores profesionales, además de quienes tienen colmenas por afición. Se calcula que hay unas 100.000 colmenas repartidas por toda la región. Tradicionalmente, la provincia de Huesca ha estado a la cabeza de la producción de miel en la Comunidad. En el Alto Aragón quedan unos 400 apicultores que tienen a su cuidado alrededor de 30.000 colmenas. Una tercera parte de las que hay en toda la región.
Sin embargo, muchas de ellas están abocadas al cierre por la competencia china.
Las importaciones de miel asiática a España se han multiplicado por cuatro desde el año 2007, pasando de suponer el 39 por ciento sobre el total al 86 por ciento en la última campaña.
Además, la situación en España resulta aún más preocupante que la del resto de Europa, ya que el precio medio de entrada de estas mieles es el más bajo de todo el territorio comunitario.
Por eso, los sindicatos agrarios piden que se ponga freno a «las importaciones de baja calidad, las adulteraciones y lo sucedáneos de la miel», ya que son «elementos distorsionadores del mercado que ejercen una presión directa sobre los precios y la calidad final en el mercado comunitario, perjudicando los intereses de los apicultores y consumidores». «De una vez por todas, se deben garantizar las mismas reglas de juego para los productores de la Unión Europea y de países terceros», aseguran.
Fuente: ABC.es
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