Normalmente las patas de las abejas están cubiertas de motas de polen amarillo. Pero el otoño pasado, en la localidad francesa de Ribeauvillé, las abejas volvieron a la colmena con las patas bañadas en un jarabe azul, verde y rojo: habían estado comiendo en una planta de tratamiento de residuos de una fábrica de M&M’s. Los apicultores franceses no pudieron vender la miel de los panales que habían quedado coloreados con los tonos que M&M’s usa para bañar los caramelos, y tuvieron que desechar una parte de las 1.000 toneladas de miel que la región produce al año. Las leyes de la mayoría de los países estipulan que este producto solo puede contener un ingrediente: néctar transformado por abejas. El color es una señal reveladora de adulteración, dice Tim Tucker, de la Federación de Apicultores Estadounidenses.
La miel auténtica presenta un color que va del blanco al marrón.
Las abejas siempre preferirán el néctar al azúcar de caña porque es más fácil de descomponer y convertir en alimento. No obstante, en épocas de sequía o cuando la floración es escasa, todo es posible. «Están siempre buscando. Si el flujo de néctar se interrumpe, las abejas ingerirán cualquier azúcar que encuentren», dice Tucker.
Las papeleras que están cerca de los colmados son para ellas un paraíso, porque están repletas de envoltorios de golosinas y restos de refrescos de cola. «Ojalá no den con ellas», añade.
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